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¿Por qué nos cuesta poner límites?

Aprender a decir “no” sin culpa.

El límite como acto de cuidado, no de rechazo.


¿Cuántas veces has dicho “sí” cuando en realidad querías decir “no”? ¿Cuántas veces has sentido culpa por cuidar tu tiempo, tu energía o tus emociones? Aprender a poner límites es uno de los desafíos más comunes en terapia, y también uno de los más transformadores.

Desde el enfoque de la psicología contextual, entendemos que los límites no son muros para alejarnos, sino puentes que protegen lo valioso: nuestras relaciones, nuestro bienestar, nuestra integridad. Este artículo es una invitación a explorar por qué nos cuesta tanto poner límites, y cómo podemos aprender a hacerlo con claridad y sin culpa.


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¿Qué son los límites personales?


Los límites son las fronteras que establecemos para proteger nuestro mundo interno: nuestros valores, necesidades, emociones y tiempo. Poner límites implica decir “esto sí” y “esto no”, desde el respeto hacia los demás y hacia uno mismo.

Contrario a lo que muchos piensan, poner límites no es egoísmo. Es un acto de autorresponsabilidad y honestidad emocional. Nos permite cuidar de nosotros sin dejar de cuidar de los vínculos que nos importan.


¿Por qué nos cuesta tanto decir “no”?

Hay muchas razones —emocionales, sociales y aprendidas— que dificultan poner límites. Algunas de las más comunes son:


1. Miedo al rechazo o al conflicto


Decir “no” puede activar el temor a decepcionar o perder la conexión con alguien. Esto es especialmente común en personas con historias de apego inseguro o en contextos donde agradar era una forma de supervivencia emocional.


2. Creencias aprendidas desde la infancia


Frases como “no seas egoísta”, “piensa en los demás primero” o “los buenos siempre ayudan” pueden instalar la idea de que poner límites es algo malo o indebido.


3. Dificultad para reconocer nuestras propias necesidades


Muchas veces no ponemos límites porque ni siquiera nos hemos detenido a preguntarnos qué necesitamos, qué nos incomoda o qué deseamos realmente.


4. Asociación del “no” con culpa


Decir “no” puede hacernos sentir malas personas, poco empáticas o ingratas. La culpa aparece como un eco de antiguas reglas internas que ya no nos sirven.


Poner límites desde el enfoque contextual


Desde las terapias contextuales como la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT), se propone un cambio de paradigma: en lugar de evitar el malestar (como la culpa o el miedo), aprendemos a actuar desde nuestros valores, incluso si eso implica incomodidad a corto plazo.

Esto significa que poner un límite puede doler… pero a veces es un dolor que nos acerca a lo que realmente importa.


¿Cómo empezar a poner límites sin sentirte culpable?


1. Reconoce tu derecho a decir “no”

Tienes derecho a cuidar tu energía, tu cuerpo, tu agenda y tus emociones. No necesitas justificarlo todo.


2. Practica el “no” con amabilidad

Poner un límite no tiene que ser violento. Puedes decir:


“Gracias por pensar en mí, pero no puedo en este momento.”“Me encantaría ayudarte, pero necesito descansar.”“No me siento cómoda con esto, prefiero que lo hablemos de otra manera.”

3. Tolera la incomodidad inicial

Es normal sentir culpa al principio. No la tomes como una señal de que estás haciendo algo mal, sino como parte del proceso de reaprender.


4. Recuerda lo que estás protegiendo

Cada límite es una afirmación de tus valores, de tu bienestar y de tus relaciones sanas. No es un rechazo al otro, sino un acto de respeto mutuo.



Enseñar límites desde la infancia


En el trabajo terapéutico con niños y adolescentes, enseñar a poner límites es esencial para el desarrollo emocional. Modelar cómo se dicen “sí” y “no” con respeto y firmeza es una forma poderosa de prevenir relaciones desiguales o poco saludables en el futuro.

Como adultos, somos ejemplo. Los niños aprenden más de lo que observan que de lo que les decimos.






En resumen: decir “no” también es un acto de amor


Poner límites no es cerrarse ni endurecerse. Es un gesto de cuidado propio y también de honestidad hacia los demás. Aprender a decir “no” con respeto y sin culpa es una forma profunda de construir relaciones más claras, conscientes y genuinas.


“Decir no a los demás a veces es decir sí a uno mismo.”— Tema recurrente en terapia








Bibliografía consultada:

  • Harris, R. (2019). El libro de ACT. Paidós.

  • Hayes, S. C., & Smith, S. (2020). Salir de tu mente, entrar en tu vida. Desclée de Brouwer.

  • Linehan, M. (2020). Habilidades de DBT: Manual de ejercicios. Desclée de Brouwer.

  • Brown, B. (2018). Los dones de la imperfección. Urano.



 
 
 

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