¿Qué es la regulación emocional y por qué es clave para niños y adultos?
- Andrea Zepeda
- 4 jun
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 8 jun
Aprender a sentir sin desbordarse: una habilidad esencial en todas las etapas de la vida.

En algún momento todos nos hemos sentido "secuestrados por una emoción". Puede ser un niño en plena rabieta, o un adulto paralizado por la ansiedad o el enojo. Lo que muchas veces está detrás es una habilidad en desarrollo o descuidada: la regulación emocional.
Como psicóloga especializada en psicodiagnóstico infantil y terapias contextuales, observo a diario cómo esta capacidad transforma la vida de niños, familias y adultos. En este artículo te cuento qué es, por qué es tan importante y cómo podemos cultivarla en la vida cotidiana.
¿Qué es la regulación emocional?
La regulación emocional es la capacidad de reconocer, comprender y gestionar nuestras emociones de forma que nos permita responder en lugar de reaccionar. No se trata de “controlar” o reprimir emociones, sino de desarrollar una relación más flexible, compasiva y funcional con ellas.
Desde el enfoque de la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT), una emoción no necesita desaparecer para poder avanzar en la vida. En cambio, se invita a hacerle espacio, observarla, y actuar en dirección a lo que es importante para nosotros.
“Regulación emocional es permitirnos sentir con conciencia y elegir cómo responder.”— Tena Suck & Reyes Ortega, 2016
¿Por qué es clave en el desarrollo infantil?
En los primeros años de vida, los niños no nacen con esta habilidad: la aprenden a través del vínculo con sus cuidadores. La manera en que un adulto responde al llanto, enojo o miedo de un niño sienta las bases para su mundo emocional futuro.
El trabajo de Gergely y Watson (1996) plantea que los adultos actúan como un "espejo emocional", ayudando al niño a nombrar y dar sentido a lo que siente. Este proceso es parte esencial del desarrollo de la mentalización, que luego permite regular emociones, entender a otros y establecer vínculos seguros.
Cuando un niño es validado, sostenido y acompañado en sus emociones, aprende que sentirse mal no es peligroso ni motivo de vergüenza. Esto fortalece su autoestima, su seguridad interna y su capacidad para tomar decisiones conscientes.
¿Y en los adultos? Nunca es tarde para aprender a regular
Muchos adultos llegan a terapia sin haber desarrollado plenamente esta habilidad. Pueden sentirse fácilmente desbordados, actuar impulsivamente o desconectarse emocionalmente. Esto no es señal de debilidad, sino de que tal vez no hubo modelos emocionales disponibles o seguros en su infancia.
Las terapias contextuales, como ACT o la Terapia Dialéctico Conductual (TDC), ofrecen herramientas concretas para aprender a observar las emociones sin juicio, aumentar la tolerancia al malestar y actuar con valores. El mindfulness, por ejemplo, es una práctica central para desarrollar una relación más sabia con lo que sentimos.
“Una emoción no necesita desaparecer para que puedas vivir tu vida. Solo necesita ser reconocida.”— Steven C. Hayes, creador de ACT
Estrategias para cultivar la regulación emocional
Ya sea que trabajes con niños, seas madre/padre o estés en tu propio proceso terapéutico, estas estrategias pueden ayudarte:
Nombrar para calmar: Ponerle nombre a lo que sentimos ayuda al cerebro a procesarlo.
Validación emocional: Escuchar y acompañar sin juzgar (ni minimizar) lo que otro siente.
Mindfulness o atención plena: Observar sin reaccionar. Respirar. Sentir. Soltar.
Espacios de expresión emocional: Dibujar, hablar, escribir, moverse, jugar.
Flexibilidad psicológica: En vez de luchar contra lo que siento, elegir cómo quiero actuar.
¿Cómo saber si un niño necesita apoyo emocional?
Hay señales que pueden indicar que un niño está teniendo dificultades para regular sus emociones:
Explosiones frecuentes de enojo
Ansiedad o miedo excesivo
Aislamiento o evitación constante
Conductas impulsivas o regresiones
En estos casos, un proceso de psicodiagnóstico infantil y acompañamiento terapéutico puede marcar la diferencia. La intervención temprana permite prevenir problemas emocionales mayores y potenciar sus recursos internos.
sentir bien no es sentirse bien siempre
La regulación emocional no significa no sentir tristeza, enojo o miedo. Significa saber estar con esas emociones sin que nos dominen. Es una habilidad que se aprende, se entrena y se cultiva — y en ese camino, tanto niños como adultos pueden encontrar más libertad y bienestar.
Fuentes consultadas
Tena Suck, E. A., & Reyes Ortega, M. A. (2016). Regulación emocional en la práctica clínica: Una guía para terapeutas. Editorial CEPE.
Gergely, G., & Watson, J. (1996). The social biofeedback model of parental affect-mirroring. International Journal of Psychoanalysis.
Hayes, S. C., Strosahl, K., & Wilson, K. G. (2011). Acceptance and Commitment Therapy: The Process and Practice of Mindful Change. Guilford Press.
McKay, M., Wood, J. C., & Brantley, J. (2019). Manual práctico de terapia dialéctico conductual.
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